En estos días se cumplen mil años del nacimiento del matemático jiennense más insigne de la antigüedad, Ibn Mu’adh Al Yayanni, o el Jiennense, reconocido por la comunidad matemática de su tiempo, cuyos libros fueron referencia en las universidades para los grandes maestros de los siglos siguientes. Aun quedan copias de algunos de ellos en la Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia,valgan estas líneas para humildemente reivindicar su figura y reclamar un mayor espacio en Jaén para su memoria.
Por aquel entonces la ciencia estaba en sus albores. Concretamente en su campo, la geodesia y la astronomía, fue pionero en distinguirlas de la astrología y otras pseudociencias, elaborando métodos para determinar posiciones y distancias en la tierra y en el universo.
Expresar posiciones requiere asumir un punto con respecto al cual hacer las medidas, esto es en matemáticas aceptar y compartir un sistema de referencia que, en principio, puede ser cualquiera, pero los cálculos se simplifican cuando se establece adecuadamente. Por ejemplo, en el sistema solar, no elegir el centro en el Sol, ha proporcionado grandes quebraderos de cabeza a la humanidad durante siglos.
Cuando queremos posicionar y medir distancias entre puntos de la superficie terrestre o en el cielo, hay que elegir al Centro de la Tierra como origen de medidas, ya que los puntos en su superficie, con ligeras variaciones, están a igual distancia de él. A los arcos de circunferencia de centro el Centro de la Tierra que unen dos puntos de su superficie, se les llama arcos ortodrómicos, y es el camino más corto entre dichos puntos, por esto podemos medir distancias entre ciudades con ángulos, que fácilmente se pueden expresar en kilómetros multiplicando su expresión en radianes por el radio de la tierra.
Un triángulo esférico consiste en tres puntos de la superficie de una esfera y los arcos ortodrómicos que los unen. A dichos arcos, se les llama lados del triángulo esférico y las diferencias entre sus orientaciones también son ángulos. Resulta curioso que las medidas de un triángulo esférico sean seis ángulos.
La relación entre las posiciones entre puntos de la superficie terrestre o entre estrellas, siempre estuvo vinculada al estudio de estos triángulos esféricos. Al principio se utilizaron procedimientos de gran dificultad técnica, fundados en la matemática griega y egipcia, en los que Al Yayanni era uno de los mayores expertos. Ya sabemos que los grandes sabios ven tan lejos por estar subidos sobre hombros de gigantes.
Aunque sus aportaciones son universales, fue uno de los desarrolladores de la trigonometría esférica, este enamorado de su tierra, la usó aplicándolos a Jaén para referir a ella las posiciones del resto de lugares de la Tierra, y también al universo, para catalogar sus estrellas favoritas posicionándolas de forma inequívoca en el espacio.
No podemos negar que eso lo tiene Jaén, Jabalcuz, su cerro Almodóvar, sus peñas de Castro o el Zumbel y su cielo, al que hay que buscar muy arriba. Fantasía de todos, reflejada en fábulas y leyendas de origen ancestral.
Buena memoria, por cierto, que ha de hacer extensible a sus hijos, sobre todo cuando llevan tan a gala el hecho de ser de Jaén.
Por Francisco Orti Navarro